domingo, 9 de diciembre de 2012

El significado del oro Alquimia

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El cobre debido a su naturaleza, puede convertirse en plata, y la plata, por su naturaleza, puede convertirse en oro: Así ni el uno ni el otro se detienen o retardan hasta que esta unidad es realizada. Pues el oro es el más perfecto de los metales, el único cuya densidad de luz expresa mejor la presencia divina en el reino mineral: a través de la continuidad espiritual cada metal es virtualmente oro y cada piedra tórnase preciosa en Dios. Esta transfiguración fde la naturaleza- la memoria del Edén y la espera de la segunda venida(la Parusía)- pueden en el presente tener efecto sólo en el corazón del hombre, el ser central y consciente de la creación.







Simbolos Alquímicos
Pero el alquimista no buscó que hacer oro. Ese no era el verdadero significado de su trabajo. Su propósito era unir su alma tan íntimamente con aquello en los metales que le pudieran recordar que ellos están en Dios, esto es, que ellos son oro. El alquimista medieval realizó la palabra de Cristo a la letra: él proclamó las buenas nuevas a todas las criaturas "La piedra es el Cristo", todos los textos herméticos de la edad media repiten esperanzadoramente. A través de su visión del oro crístico el alquimista podía transformar todo "metal imperfecto", pero lo hacía sólo raramente, pues, como santo sabía que el tiempo para la transfiguración cósmica aún no había llegado.
El verdadero rol del alquimista era doble: por un lado él ayudaba a la naturaleza sofocada por la decadencia humana a respirar la presencia de Dios. Ofreciendo a Dios la oración del Universo, él anhelaba el universo en el ser y renovaba su existencia. Los textos le llaman Rey; como secreto rey él confirmaba el orden del tiempo y del espacio, la fecundidad de la tierra productora del grano y del diamante, como lo hacían los reyes de las antiguas sociedades, como el emperador de china hasta los comienzos del siglo veinte. En segundo lugar, el alquimista, en el plano humano, "despertaba" a las substancias y al oro mismo a su verdadera naturaleza, las usaba para preparar elíxires que daban "longevidad" al cuerpo y fuerza al alma: el "oro bebible" era un oro despertado a su calidad espiritual, y reflejaba en su orden la "medicina de inmortalidad" como San Ambrosio dijo de la eucaristía. El verdadero rol del alquimista era celebrar analógicamente una misa cuyas especies no eran sólo pan y vino, sino toda la naturaleza en su conjunto.  





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